Incorporación al ámbito educativo para todos
El cambio de paradigma educativo supone una revolución en los objetivos y la metodologías empleadas, pero si queremos un verdadero cambio en la docencia, debemos tener en cuenta a todos los agentes que intervienen en ella. En este sentido, la denominada Educación Inclusiva tiene mucho que decir. El docente busca la incorporación al ámbito educativo de todos aquellos que, ya sea por una discapacidad o por factores externos, sean susceptibles de caer en la marginalidad. Personas en riesgo de exclusión, niños, jóvenes, adultos, gente de edad avanzada, personas con algún tipo de limitación de orden físico o psíquico… Cualquier individuo que quede excluido de la integración social debe ser una prioridad a la hora de replantearnos los nuevos modelos de docencia.
Pero no sólo las personas con problemas de discapacidad o riesgo de exclusión son el objetivo de la Educación Inclusiva. Los cambios sociales, que con mayor incidencia se vienen sucediendo en las últimas décadas, se producen a tal velocidad, que muchos grupos sociales pueden verse marginados a la hora de la integración. Minorías que pueden sentirse excluidas de tipo étnico, religioso, inmigración, orientación sexual, cultural y un largo etc.
A la hora de fijar estos objetivos, el sistema educativo debe buscar esa transversalidad en los centros. Discerniendo los problemas a los que tiene que enfrentarse para poder dar una respuesta positiva que sea acorde a lo que cada alumno necesite, para atender las diferencias de cada educando y que garantice una verdadera educación de calidad.
¿Es lo mismo Integración que Inclusión?
En primer lugar, es nuestra responsabilidad destacar que, aunque en apariencia puedan parecer lo mismo, bajo ningún concepto lo son. Debemos interiorizar la diferencia entre ambas y optar por la que más beneficios educativos y sociales reporte.
Entendemos que la educación inclusiva no consiste en hacer que el niño encaje, a toda costa, en el sistema; la verdadera inclusión debe buscar las herramientas que transformen las estructuras existentes para que todos sean acogidos sin distinciones. Esta postura hace que el sistema (y la sociedad con él) mejore de manera sensible, pues el resultado es un escenario mucho más abierto y solidario, que ofrece una experiencia educativa de calidad, acogedora con todos y en la que desaparezca la discriminación, sea del tipo que sea.
Según definía la UNESCO —en el año 2009—, “la educación inclusiva es un proceso de fortalecimiento de la capacidad del sistema educativo para llegar a todos los alumnos, con la implicación de los centros de aprendizaje y que atienda a todos los niños y adolescentes con discapacidad y dificultades de aprendizaje, con necesidades educativas especiales, que pertenezcan a grupos étnicos y lingüísticos minoritarios, a poblaciones rurales, etc.
La integración, por el contrario, de un individuo con discapacidad y dificultades de aprendizaje no supone una modificación esencial en las estructuras del centro o de las aulas. Busca que la persona forme parte del grupo pero no atiende sus necesidades reales ni modifica las políticas de la escuela ni del entorno. No se produce una verdadera inserción ya que lo que se pretende es que el alumno se adapte a lo predominante.
¿Por qué debemos implementar la inclusión en nuestras aulas?
- Hace que todos los individuos de un grupo o comunidad educativa se sientan miembros de pleno derecho.
- Los alumnos valoran las diferencias, tanto propias como ajenas. Pasan de ser un problema y se convierten en un valor, en algo enriquecedor.
- Fortalece el concepto de respeto al otro, teniendo en cuenta las necesidades individuales y colectivas.
- Disminuye el acoso escolar y el bulling.
- Se potencian las capacidades y aptitudes individuales.
- Nadie es discriminado por sus dificultades, sus discapacidades, su raza, género u opción sexual.
- Fomenta las relaciones sociales entre personas diferentes, lo que permite una visión más global y menos cerrada.
- Se crece libre de prejuicios o, al menos, estos se minimizan.
- Se logra cimentar una sociedad no discriminatoria y que pone en valor lo diferente.
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