"Si el sistema educativo tiene buena salud es por la calidad de sus docentes"

mayo 12, 2017

Hace par de meses, este profesor de Lengua y Literatura Española saltaba a la primera página de periódicos y televisiones gracias a un video de su canal de Youtube. El mensaje de Pablo Poo, que en la actualidad imparte clases en Iznájar (Córdoba), no podía ser más sencillo y directo: advertir a sus alumnos sobre la importancia y necesidad del esfuerzo, «pues la vida no les va regalar nada». Su peregrinaje durante seis años por diferentes institutos andaluces como interino le llevó a escribir un libro con título almodovariano, La mala educación (Triskel Ediciones), en el que hace un repaso con humor a todos los aspectos a los que tiene que enfrentarse un profesor —oposiciones, funcionamiento de los institutos, los alumnos y sus familias…— hasta que consigue una plaza fija. Como profesor comprometido con el cambio de paradigma educativo, podemos ver sus propuestas en diferentes blogs como Educan 2.0The Flipped Classroom; también colabora con medios de comunicación como el Huffington Post, donde repasa la actualidad de la docencia. En su cuenta de Instagram @relatwitos y su blog, llamado igual, da rienda suelta a su faceta como escritor.

NeuroK: ¿Cómo empieza tu vocación como profesor?

Pablo Poo: «Siempre he tenido claro que me quería dedicar a la educación, aunque como casi todos los de mi generación, de niños, viendo Indiana Jones, durante un tiempo quise ser arqueólogo. En parte también me viene de familia: mi madre también es profesora de Lengua castellana y Literatura”.

NK: ¿Qué opinión tienes de la situación actual de la educación?

P.P.: “El asunto no pasa, precisamente, por un buen momento. Hay que tener en cuenta que el tema educativo sólo interesa, de manera general, mientras tienes hijos en edad escolar. A no ser que dediques tu vida a la educación y estés en permanente contacto con la realidad académica de este país, será sólo un interés temporal. Creo necesaria una revisión en profundidad del sistema educativo: currículo, metodologías, equipamiento, leyes, sistema de acceso, disciplina en clase, respeto a la figura del docente… demasiados campos abiertos”.

NK: ¿Qué cambios crees que necesita el actual paradigma de educativo?

P.P.: “Esta pregunta, en sí, da para todo un libro. Por resumir, me centraré en los que considero los cuatro pilares básico del sistema educativo:

  • Gobernantes: necesitamos que cuenten con docentes en activo para la redacción de las leyes educativas. No existen los “expertos” en educación. Un experto en educación es un profesor, que es el quien trabaja a diario en el contexto educativo. Si las leyes educativas, en lugar de estos expertos y asesores, las hiciéramos los que estamos en contacto con la realidad de los centros, otro gallo cantaría.
  • Profesores: necesitamos un nuevo sistema de acceso más justo y que garantice, el menos en parte, la selección de los mejores preparados y los más vocacionales. Del mismo modo, la actualización de conocimientos es algo fundamental que no se lleva siempre a cabo como se debiera.
  • Familias: necesitamos más implicación y más colaboración de las familias. Muchas veces la imagen que el alumno tiene del profesor viene aprendida de casa, y eso nos hace un flaco favor.
  • Alumnos: el reconocimiento de la figura del profesorado como autoridad es fundamental en determinados contextos educativos. Las nuevas generaciones están perdiendo la idea del sistema educativo como ascensor social. Creo que, en líneas generales, están demasiado sobreprotegidos”.

NK: En tu opinión, ¿la revolución educativa que están llevando a cabo muchos docentes cuenta con el respaldo de las instituciones públicas?

P.P.: “No, en absoluto. Si el sistema educativo tiene la buena salud que tiene, a pesar de todos los problemas que estamos señalando, es por la calidad profesional y humana del grueso de docentes que lo componen. Las instituciones, en demasiadas ocasiones, sólo ponen piedras en el camino o se aprovechan de nuestro trabajo, con el cual no han colaborado, para darse bombo”.

NK: ¿Cuál es el papel de las nuevas tecnologías en la educación?

P.P.: “Yo creo que facilitar el acceso al conocimiento y desarrollar nuevas metodologías que, para estas generaciones que, supuestamente —habría también mucho para hablar sobre eso–, son nativas digitales, puedan resultar más motivadoras”.

NK: ¿Cómo surge la idea de crear un canal de Youtube enfocado a tus alumnos?

P.P.: “Tenía la idea en mente desde hacía tiempo, pero combinar el doctorado, el trabajo y las oposiciones no me dejaba tiempo para nada. La viralización del artículo Carta a mis alumnos suspensos fue el pistoletazo de salida”.

NK: ¿Qué ha supuesto para ti la repercusión de ese vídeo, visto ya por casi 500.000 personas?¿Ha tenido el efecto deseado en los alumnos?

P.P.: “Ha sido una locura. Yo soy un simple profesor de Lengua y Literatura y estar expuesto a la opinión pública es un asunto muy serio. Por otra parte, también ha sido muy sintomático que un mensaje tan básico como el de un profesor que le dice a sus alumnos que espabilen porque la vida no les va a regalar nada, haya tenido tanta repercusión. Debería caer por su propio peso de obvio.

En algunos alumnos sí ha funcionado, en otros no. Nuestro ámbito de actuación, aunque importante, es limitado —una hora al día, cuatro días a la semana como norma general—, y hay demasiados frentes (televisión, internet, familia, amigos…) con los que, aunque no imposible, es difícil combatir”.

NK: En muchos de tus videos la desmotivación generalizada de los jóvenes es una constante, ¿cómo se puede luchar contra ella?

P.P.: “Un alumno que lo tiene todo es muy difícil de motivar, más aún si todo lo que tiene no ha venido ganado con su esfuerzo, su comportamiento o su actitud. Hay que tener en cuenta que, en el fondo, los profesores lo que vamos a hacer es poner al alumno a trabajar, con lo que ya, de primeras, la tarea resulta difícil. Aplicar metodologías innovadoras es muy fácil de decir, pero luego, a la hora de la verdad, en el aula, resulta que no das tecla: tus intereses van por un lado y los de los alumnos por otro. También puede que te falle el equipamiento TIC, si es que funciona.

Hablar con ellos es fundamental: conocerlos, indagar sobre sus gustos, sobre sus maneras de aprender, sobre sus inquietudes. Solo tomando como base ese conocimiento de nuestros “clientes” podremos ofrecerles lo que realmente necesitan. No existen metodologías milagrosas “per se”, porque cada clase de cada centro es distinta”.

NK: ¿Cómo surge la idea de escribir La mala educación y por qué deberían leerlo profesores y padres?

P.P.: “Yo he sido interino hasta este curso. En 2011, con el recorte brutal que llevaron a cabo en el sistema educativo, me quedé en paro, y aproveché ese momento para poner en orden mis ideas y contar todo lo que había visto y vivido en los más de seis centros que había pisado hasta entonces como sustituto. La mala educación (Triskel Ediciones) es la realidad del sistema educativo contada desde dentro por alguien que trabaja, día a día, en un instituto. No contiene opiniones o teorías, sino la experiencia vital de un sustituto que se ha pateado toda Andalucía dando clases en toda clase de contextos educativos”.

La mala educación  

NK: ¿Cómo te imaginas o cómo sería para ti el futuro ideal de la educación?

P.P.: “Sería un sistema que fuera capaz de ofrecer a cada cual lo que necesita en función de sus intereses y capacidades. Donde no se igualara ni por abajo ni por arriba, sino que fuera, tanto el sistema como la sociedad que lo disfrutara, consciente de que adaptar contenidos y currículo a los alumnos no es segregar, sino educar individualizadamente. Sería un sistema que fomentase el espíritu crítico y la independencia de pensamiento. Un sistema, en definitiva, que formara ciudadanos libres y responsables”.

 

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